domingo, 11 de septiembre de 2016

Cómo ayudar a nuestros hijos e hijas en los estudios

Las familias tenemos una influencia determinante en el rendimiento académico y en la satisfacción vital de nuestros hijos. Las familias hacemos la diferencia, ¡también en secundaria!

"Desde factores directa o indirectamente relacionados con la familia se explica entre el 40 y el 75% del rendimiento académico de los escolares."

Ello nos ofrece la clave más poderosa que podemos ajustar para mejorar el rendimiento académico de nuestros hijos: nuestra vida cotidiana y aquello a lo que prestamos o no prestamos atención

Lo indicado no significa que si una niño o niña va mal es "culpa" de la familia. Significa que: si la familia tiene unas prácticas y cultura valoradas por la escuela, que dotan de ciertos recursos para seguir los estudios con garantías, que estimula ciertas prácticas (ejemplo: lectura) y pone límite a otras (ejemplo: pantallas, máx. 1/h al día en primaria) -entre otras acciones- que podemos poner en práctica, las oportunidades de tener una buena escolaridad y de permanecer en el sistema educativo más allá de la enseñanza obligatoria, aumentan. Y mucho.


Las familias que tienen buenos recursos económicos y formación más alta, l tienen mucho más fácil para conseguir buenos resultados en centros escolares que no aplican metodologías que permiten el progreso de todos los alumnos de forma independiente a los recursos y cultura familiar. Cuando las cosas van bien y se conoce bien el marco escolar, hay menos barreras para que todo vaya bien. Cuando hay cultura y recursos, ciertas acciones valoradas en el medio escolar, están implícitas a menudo en la cultura familiar. Pero la evidencia consultada en materia de implicación familiar indica que lo importante no son las características familiares, si no lo que hacemos las familias. Eso, sí podemos cambiarlo.

"Todo lo referido significa que, haciendo lo que más ayude a nuestros hijos, podemos acompañarles bien. Hablamos de lo que pueden hacer las familias desde sus hogares."

Cuando nuestros hijos están en un centro que cuenta con las familias y colabora en su formación como padres y como acompañantes de la escolaridad de los hijos, las probabilidades de que todo vaya bien son mucho mayores. Algunas tipologías de centros, como las comunidades de aprendizaje, son capaces de obtener buenos resultados con todos los alumnos, de forma independiente al nivel socioeconómico de las familias

En este artículo abordaremos algunas de las acciones que podemos tirar adelante para superar barreras y para dar oportunidades, desde casa, a nuestros hijos. 

¿Existe diferencia entre centros públicos y privados? A pesar de los recortes, si equilibramos los resultados, dejando a un lado las diferencias en función del nivel socioeconómico de las familias, los resultados son similares, estadísticamente hablando. Luego, cada centro es cada centro y cada familia, cada familia. 

Os propongo centraros en aquello que está a vuestro alcance y podéis mejorar.  

Lo que las familias podemos hacer desde casa

Para mejorar el rendimiento académico de nuestros hijos, el primer y fundamental ajuste que podemos hacer proviene del estilo de vida familiar. Ajustando el uso del tiempo familiar podemos garantizar o atender mejor las necesidades básicas educativas y escolares. ¿Qué es lo que realmente determina un buen ajuste personal y escolar? 

A continuación, os doy algunas pistas: 

- Tener unas altas y razonables expectativas: de nivel académico al que llegar, de trabajo y dedicación diarios, de comportamiento en la escuela, de interés por aprender, de actitudes positivas hacia la cultura y al aprendizaje.
- Hablar con nuestros hijos, sobre lo sienten y lo que les pasa a diario, sobre la escuela y los deberes. Sobre sus miedos y sus aspiraciones. 
- Dedicar tiempo diario a la lectura: media hora, mínimo, en primaria. Una hora cuando llegan a la secundaria. Y que sea algo natural, como el comer. 
- Hacer ejercício físico: para facilitar la memorización, para generar nuevas conexiones neuronales, para oxigenarse,.... para aprender más y mejor. Ver artículo sobre el tema.
- Dedicar tiempo diario a los deberes y el repaso, según las demandas escolares y la edad. Nuestros hijos deberían dedicar, como máximo, unos diez minutos por edad y curso (10' en primero, 20' en segundo, ... y así sucesivamente). No obstante, los deberes en primaria, deberían ponerse con suma moderación. No está demostrada la mejora del rendimiento a largo plazo gracias a las tareas para casa. Incluso, no son recomendables en los primeros cursos de primaria. Más deberes para casa no son sinónimo de mejor escuela. Si tenéis interés académico y pocos deberes escolares, podéis crear espacios diarios de lectura, por placer, o jugar al ajedrez con ellos.
- Limitar el tiempo de pantallas. Los menores de 2 años, deberían ver CERO minutos al día. De 3 a 6 años, máximo media hora diaria. A partir de 6 años, deberían dedicar 1 hora diaria -máximo- a las pantallas (televisión, videojuegos,...). En secundaria lo mismo: buen uso del tiempo. Ver artículo sobre el tema. 

No obstante, varía mucho el uso de pantallas en función de la calidad del tiempo dedicado. "No es lo mismo una sopa de sobre que un plato de legumbres". No es lo mismo un tipo de programas que otros o un uso u otro de la navegación por internet.

- Garantizar que duerman lo suficiente: mínimo 10 horas diarias en primaria. Ver artículo sobre el tema.
- Garantizar una nutrición adecuada. Vean artículo con información y enlaces actualizados. Cinco comidas saludables al día. Para que el cerebro trabaje de forma adecuada debe recibir glucosa (que no azúcar, procedente de productos saludables) de forma estable, procediente de una buena alimentación y limitando el azúcar al 5% de las calorías diarias que deben ingerir (calculad cuanta podrían comer si gran peligro, si su necesidad energética es de 1000-1200 cal/dia). Esto equivale, en edad escolar,  a un máximo unos 15 gramos diarios de azúcares añadidos (encontramos azúcares añadidos escondidos en el pan, jamón dulce, alimentos procesados,.. ). Deberíamos tener especial vigilancia (o sea, ir eliminado de nuestra compra y de nuestra dieta) con la ingesta de bebidas azucaradas, productos procesados (industriales), cereales de desayuno azucarados,... Vea el documental de La 2 "Sobredosis de azúcar". Para garantizar niveles estables de glucosa en la sangre y el cerebro de nuestros hijos, una dieta que contenga suficientes legumbres, cereales integrales y frutos secos garantizará que pueden pensar con claridad y aprender a lo largo del día. Aportando alimentos de bajo nivel glucémico, no alto.

Cómo ser una familia implicada

Conseguir un buen rendimiento, bienestar emocional en relación con la escuela y los estudios y una buena conducta no depende de un único factor, familia o escuela. Depende de la unión de esfuerzos, del grado de alianza que seamos capaces de tejer entre la escuela y la familia. Esta es una responsabilidad compartida, donde las escuelas tienen un papel fundamental: a la hora de darnos paso, a la hora de ayudarnos a construir nuestro papel como padres en relación a la escolaridad y a la hora de invitarnos a participar. Por nuestra parte, podemos acercarnos a la escuela y trabajar una buena conexión, para hacer mejor lo que ya hacemos y acompañar más eficazmente a nuestros hijos en alianza con la escuela.

Es recomendable implicarnos en todo lo que tiene que ver con nuestros hijos, incluídos los temas escolares y académicos. Unos padres implicados están aumentando el rendimiento académico de sus hijos. La implicación familiar explica una mejora media del 30% en sus notas escolares. Es posible. Así lo demuestran miles de investigaciones en todo el mundo: la implicación familiar es clave en la mejora del rendimiento académico. ¡Ánimo!

Implicarnos significa: 

1. Tener un papel de acompañamiento eficaz y amoroso desde casa: es el factor más determinante.
2. Relacionarnos con la escuela y con los docentes: mantener comunicación de calidad, con acciones positivas, que incidan en la mejora del seguimiento escolar y el bienestar. Muy determinante.
3. También, aunque no tan determinante, está el papel de implicación en el centro escolar: en el AMPA/AFA, participando como voluntarios, asistiendo a actividades organizadas en el centro. 

Ajustad vuestro tiempo y el de vuestros hijos a las necesidades y demandas del medio escolar, priorizando por encima de todo su bienestar y sus atenciones. Nada es más importante que vuestros hijos, los resultados escolares son secundarios, aunque importantes para su futuro. 

Os animo a acompañar a vuestros y así prevenir el fracaso escolar. Os animo a aumentar su rendimiento académico, facilitando que puedan dedicarse a lo que deseen, sin barreras determinadas por sus resultados escolares. 

Existe una importante brecha entre la escuela y la familia, la cual puede impedir un progreso adecuado de nuestros hijos. Las escuelas, solas, no pueden. Las familias, solas, no pueden. Ahí radica la importancia de la implicación de las familias en casa y la participación en los centros educativos: una de las claves de los centros educativos de calidad. 


Finalmente, lo más importante de todo es amarlos y aceptarlos incondicionalmente. Aceptar lo que son, no quiere decir aceptar todo lo que hacen, los límites educativos son necesarios para su desarrollo y adaptación personal y social. Cuidemos nuestra relación con ellos y su equilibrio personal. Así también garantizaremos su progreso escolar, social y personal. 
 

Dificultades de aprendizaje y familia

El papel de la familia es determinante. Especialmente para el 20% de alumnos que tienen dificultades de aprendizaje o menor maduración cerebral que su grupo de iguales, los compañeros y compañeras del aula. Nuestro papel también es determinante para el resto de alumnos, facilitando un buen ajuste escolar, evitando el abandono prematuro de los estudios, una escolaridad más larga y aumentando el rendimiento académico. 

Dificultades de aprendizaje y rendimiento académico. El grupo de alumnos con dificultades de aprendizaje (incluídos aquellos y aquellas que tienen dificultades -diagnósticos: dislexia, TDAH,...) o niños y niñas que presentan una maduración más lenta, tienen un riesgo académico mayor, pues engrosan la triste lista de los alumnos que fracasan en el sistema educativo. Y no nos engañemos: el sistema educativo no dispone de los recursos para atender adecuadamente a todos y cada uno de los niños, en sus dificultades y necesidades. No superar la ESO o tener un bajo rendimiento escolar puede estar asociado, también, a una peor relación con la familia (por los suspensos, la desmotivación, no querer hacer los deberes, ir a la escuela o aprender). Si la relación con la familia es difícil y no están bien los afectos se puede resentir, así mismo, su bienestar y equilibrio presente y futuro. En este grupo es especialmente importante el papel y la dedicación especial de padres y familiares. Muchos padres de alumnos con dificultades de aprendizaje, ocultas a menudo en la denominada falta de motivación, deben redoblar sus esfuerzos. Pero esos padres marcan la diferencia con sus hijos, consiguiendo tirar adelante una escolaridad difícil. No es lo mismo tener dislexia y padres que se ocupan de forma especial, que carecer de diagnóstico (teniendo dificultades de aprendizaje) y no tener el soporte especial de la familia. Desde aquí os animo a no decaer en vuestro acompañamiento, cada hijo e hija requiere una dedicación especial, en función de sus características. Sois esos padres que animáis y acompañáis a vuestros hijos a levantarse y continuar adelante los que conseguís de ellos los mejores resultados 

¿Tener menos recursos es determinante y nuestros hijos tendrán peores resultados escolares?


Es una condición de desventaja evidente que no tiene por qué determinar el futuro: lo que hagamos en casa y respecto a la escuela es crucial. Lo que hagan las escuelas con sus prácticas, es también determinante.*   

Lo que me parece fundamental, para facilitar que familias y escuelas puedan trabajar juntas y mejorar, es

 - Dejar de culpabilizar a las familias por la falta de rendimiento de los hijos y el fracaso que se produce en nuestro sistema educativo
- Aceptar la responsabilidad que supone tener que compensar la falta de equidad y las graves desigualdades sociales que no paran de aumentar, en detrimento de los más frágiles.
- Incorporar a todas las familias en el sistema educativo y en las escuelas, para garantizar el éxito educativo y las oportunidades de todos los niños y niñas, como recomienda la Comisión europea (PDF, 76 pág.), la OCDE (Estudiantes de bajo rendimiento: por qué se quedan atrás y cómo ayudarles a tener éxito, 2 pág.) a través de los resultados de la pruebas PISA y la investigación educativa mundial.
- Incorporar el trabajo y los recursos de la comunidad, para mejorar las escuelas y el sistema educativo.  
 

La desigualdad económica y social y el rendimiento académico

 España es un país con una grave desigualdad económica, estamos a la cabeza de Europa en DESIGUALDAD. Triste récord. Nuestras cotas se sitúan alrededor del 30%, igual que nuestro fracaso escolar en secundaria: cerca del 30%. En Finlandia, en cambio, la desigualdad es del 10%, igual que su fracaso escolar: un 10%. El sistema educativo español, contra el deseo de padres y profesores, no tiene recursos para compensar las desigualdades sociales y coopera sin quererlo en la reproducción de las desigualdades y las diferencias. Es por ello que la escuela y la familian debe movilizarse conjuntamente para hacer frente a las necesidades de cada niño y niña. Ir de la mano o dejar en desventaja a unos niños frente a otros.

*Para saber un poco más sobre las escuelas de éxito, que están consiguiendo buenos resultados a pesar de las dificultades que sufren los alumnos y que pueden impedir un buen progreso, consultad el resumen del informe: Actuaciones de éxito en las escuelas europeas (23 páginas).


Para saber más sobre el tema, puedes escuchar las entrevistas de la Cadena Ser y Ràdio Canet (en catalán), sobre el tema .

 








No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tus comentarios!